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Castro, el ridículo y la guerra de los carteles

Castro, el ridículo y la guerra de los carteles

Por Carlos Carballido

Si me piden opinón en torno a la Guerra de los Carteles protagonizada recientemente entre la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana (SINA)  y Fidel Castro, lo único que alcanzaría a decir es que al viejo gobernante no le salieron las cosas como pensaba.

Castro jamás imaginó que la marcha popular a la que convocó fue una gran pifia política porque puso a cientos de miles de cubanos a desfilar frente a las ventanas donde corrieron, unos tras otros, los carteles lumínicos con mensajes humanistas de varias figuras mundiales como Mahatma Ghandi.

Entre griterias y consignas, lo peor para el gobierno de La Habana ha sido que cada persona que pasó por alli los leyó y asistió, sin quererlo, a un hecho sin precedentes en la historia de la revolución.

Los mensajes ni insitaban a la surversión ni al levantamiento frontal contra el gobierno castrista, sino que redundaron en la necesidad de la libertad individual, al respeto y la tolerancia a las ideas propias y a no ser manipulados. 

Lejos de una protesta diplomática enérgica, como cabría ante una provocación como esa,  a Castro lo único que se le ocurrió fue levantar un muro frente a los carteles, como si el Sol se pudiera tapar con un dedo.No hay materiales para reparar el estado crítico de las habitaciones cubanas a punto de derrumbarse pero en cuestión de minutos, aparece lo que sea para levantar el Muro Anticartel.

La pregunta es que si a los americanos se les ocurre poner esos mismos carteles sobre el techo a manera de destellos lumínicos en el aire u hologramas , tal y como se hacen en cualquier centro comercial de Estados Unidos , ?que se le ocurrirá a Castro???... Cubrir la SINA con una esfera de ladrillos y cemento???

Levantar esa obra ha sido la estupidez más grande que se ha cometido. Es como el cuento del sofá botado por la ventana cuando la mujer adultera fue descubierta por su marido. Es, en resumen, la muestra más contundente de que a Fidel le da urticaria que la población tenga acceso a pensar, a recibir mensajes diferentes que el cacareo, la arrogancia, la intolerancia.

 

 

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